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Las Adicciones

Las Adicciones

Tenemos claro que el alcohol es una droga, que su abuso genera síndrome de abstinencia, dependencia, alteración de la conciencia, problemas físicos, incluso agudos como las intoxicaciones tan frecuentes en las fechas festivas, llegando incluso a los peligrosísimos comas etílicos.

También produce crisis de agitación psicomotriz que desembocan frecuentemente en peleas domésticas y agresiones sexuales, que provocan grandes problemas sociales. Por no hablar del efecto que tiene el exceso de alcohol sobre la conducción y los accidentes de tráfico, con miles de accidentes cada año.

La parte buena es que, como todas las enfermedades, el alcoholismo tiene tratamiento. Ante un problema propio o entre los seres queridos, hay que consultar a los especialistas, porque pueden ponerle solución a un trastorno que genera tanto sufrimiento.

Lo deseable sería una política de cero tóxicos, entre los que incluimos el alcohol. Pero siendo realistas, dada la presencia ubicua del alcohol en la sociedad, hay que tener unas pautas de consumo. La primera cuestión es la consciencia, ser conscientes de la cantidad de alcohol que consumimos, ya que es diferente el consumo que el abuso. Éste último genera un daño acumulativo sobre el hígado, páncreas, estómago, esófago y especialmente sobre el cerebro, teniendo efectos a largo plazo sobre la memoria.

Además tenemos que conocernos a nosotros mismos, saber el grado de tolerancia que tenemos al consumo de alcohol. La señal de alarma principal es el mareo, nunca hay que llegar hasta ese punto porque a un paso está la pérdida de control. Y tener en cuenta nuestra edad, ya que es un factor que influye notablemente en la metabolización del alcohol, siendo los menores de 25 años y los mayores de 65 años los que deben tener más cuidado.

Una medida importante para evitar los peores problemas es beber poco a poco, dar tiempo al organismo a asimilar los tóxicos que se van introduciendo. La moda del «atracón de alcohol» (beber una gran cantidad de alcohol en muy poco tiempo buscando maximizar el efecto de la intoxicación) es lo peor que puede hacerse desde el punto de vista personal y social. Tampoco hay que mezclar entre distintos tipos de bebidas, y tener cuidado con los combinados (bebidas alcohólicas mezcladas con refrescos).

Comer antes, durante y después de la ingesta de alcohol ayudará a ralentizar la absorción del mismo y a reducir su efecto tóxico. También tomar agua o bebidas alternativas no alcohólicas entre bebidas alcohólicas sirve para este propósito, darle tiempo al organismo a asimilarlo y a hidratarse adecuadamente, ya que el alcohol deshidrata.

Un punto importante para considerar por las personas con problemas de alcoholismo es evitar las bebidas 0,0. Todo alrededor de estas bebidas es idéntico a la bebida alcohólica original (la espuma o el color de la cerveza, las etiquetas de las botellas, la apariencia visual, etc), por lo que el cerebro registrará la diferencia entre la apariencia y el efecto y nos impulsará a caer de nuevo en el consumo de la bebida alcohólica correspondiente. Es mucho más efectivo tomar bebidas alternativas que no guarden ninguna relación con las bebidas alcohólicas.