Se cumplen dos años desde la publicación del Real Decreto que le daba base jurídica al confinamiento, y parece claro que desde entonces, para bien o para mal, no somos los mismos.
Desde el punto de vista de la Salud Mental, desde luego hemos cambiado para mal. Mentalmente no somos los mismos, estamos agobiados, no nos encontramos bien. Esto no es deseable, pero hasta cierto punto es normal, es la consecuencia de la situación sanitaria que hemos padecido.
En la pandemia, el Sistema de Salud se ha centrado, obviamente, en los pacientes COVID. Desgraciadamente se han dejado de lado otras áreas como la Salud Mental, con la consecuencia evidente del agravamiento de patologías y el retraso de consultas, diagnósticos y tratamientos.
Debemos recordar que en Europa, antes de la pandemia, ya existían más de 84 millones de personas con trastornos mentales, suponiendo la segunda causa más común de discapacidad en Europa. Más de una de cada cuatro padecerá un problema de Salud Mental.
Los datos que manejamos todos los profesionales de Salud Mental predicen una «ola» adicional a las del Covid. Se avecina un verdadero tsunami de problemas de Salud Mental. Padecemos tres veces más prevalencia de Depresión, cuatro veces más Ansiedad, hasta cinco veces más Trastorno de Estres Post-traumático y Trastornos del Sueño; aumentos de suicidios, especialmente entre los jóvenes; un consumo disparado de ansiolíticos, alcohol y cannabis. En general, el daño a la Salud Mental es innegable, debido al «parón» repentino de los cuidados para todas aquellas personas, especialmente mayores y jóvenes, que padecen patologías de este tipo. Sin olvidar a los cuidadores, el Personal Sanitario, que también han sufrido mucho durante la pandemia.
La «fatiga pandémica» es una realidad cotidiana que hace aún más difícil afrontar las recientes crisis (la guerra, la crisis energética, etc) que han surgido en las últimas semanas. Por lo tanto, es más importante que nunca trabajar en nuestra Salud Mental. La vida siempre ha sido difícil, quizá nos habíamos acostumbrado a la estabilidad y el esplendor de décadas pasadas, pero debemos insistir en la importancia de la Salud Mental para asumir y asimilar los cambios sociales más difíciles.
Es especialmente importante pedir ayuda y dejarse ayudar, y esto es algo que en el mundo de la Salud Mental muchas veces no se produce. La importancia de la red de apoyo social en los cuidados, especialmente en situaciones graves como la que hemos padecido, es mayúscula. Familia, amigos, vecinos… la Comunidad es la que nos sujeta ante la adversidad, sin duda.
En definitiva, tenemos que aprender a pensar mejor, ser más positivos, solidarios y generosos: ayudar a quien tienes al lado es fundamental. Simplemente una llamada, una pregunta, un interés sincero, puede suponer la diferencia para la persona que sufre un trastorno de Salud Mental.
Y recuerda: todos los trastornos mentales tienen tratamiento y posibilidad de mejora.