En los dos últimos años, por esta situación de la pandemia, ha habido un importante empeoramiento en la Salud Mental de los más jóvenes, algo que se ha comprobado día a día en las consultas en los servicios tanto públicos como privados de Salud Mental.
Los más pequeños pueden no saber cómo hablar de sus sentimientos, por lo que hay que estar pendientes de los cambios que se puedan producir en su comportamiento. Los adolescentes y adultos jóvenes son un grupo especialmente vulnerable, por los cambios físicos y cognitivos que se producen en estas edades. Son cambios que se producen en muy poco tiempo, y frecuentemente los atribuimos sólo a la edad. Es importante que que los padres y mayores encargados deben estar atentos para detectar cuándo su comportamiento no se debe sólo a estos cambios y circunstancias específicas de esa etapa.
En estos años los más jóvenes han perdido los apoyos vitales, el contacto con sus compañeros y familiares, celebraciones, actividades extraescolares y deportivas tan necesarias para el desarrollo emocional. Por otro lado, han cambiado sus rutinas, empeorando en muchos casos los hábitos alimentarios y de actividad física, y pasando demasiadas horas pegados a las pantallas y a internet. Esto lleva a su vez a desórdenes horarios y al aislamiento en sus habitaciones, donde tienen todo lo que necesitan para su mundo.
Los padres no saben en muchas ocasiones cómo actuar, debatiéndose entre el impulso de intervenir y el deseo de mantener la privacidad de sus hijos. En estos casos, lo fundamental es detectar si hay algún desorden de conducta preocupante (en los hábitos alimentarios, en el consumo de sustancias estupefacientes como el cannabis, el juego online), que encienda las luces de emergencia. En estos casos hay que actuar con valor, empatía y respeto, acercarse y ser proactivo. Hay que conseguir que ese chico/a se deje ayudar, porque ese es el primer paso para solucionar el problema.
Para tener una buena Salud Mental, es fundamental:
- El ejercicio físico, con sentido común, dentro de las posibilidades de cada uno. Mejor los deportes colectivos, y en general los que vayan más con la personalidad de cada uno. Las endorfinas generadas por el deporte ayudan a mejorar el estado de ánimo, por razones fisiológicas bien conocidas y probadas.
- Mantener las horas de sueño suficientes, y ser ordenados en los horarios tanto de ir a la cama como de despertar.
- La alimentación es importantísima, hay que abandonar el consumo exagerado de comida basura y sustancias tóxicas como el tabaco y el alcohol, y comer más fruta, verduras, pescado azul, frutos secos.
- La vida social: divertirse sanamente, compartiendo tiempo con sus iguales.