La inseguridad en el entorno laboral que ha provocado la reciente pandemia ha agravado las consecuencias en la Salud Mental de muchos trabajadores y desempleados.
De hecho, tanto el trabajo como el desempleo pueden dañar la Salud Mental de las personas. Las malas condiciones laborales, la precariedad o el trato no respetuoso, tienen un efecto negativo en nuestra salud física y Mental. Por su parte, el desempleo, especialmente el de larga duración, produce incertidumbre, problemas de sueño, irritabilidad, y miedo al futuro, lo que causa situaciones de desesperanza, abuso de tóxicos y situaciones de aislamiento, llegando incluso a buscar el suicidio en los casos más graves.
El impacto de estas situaciones se ve más en las personas de edad media, ya que son las que, por lo general, sostienen con sus ingresos la estructura económica familiar.
Por su parte, el teletrabajo ha cambiado completamente las relaciones laborales. Según la OCDE puede llegar a perjudicar la Salud Mental, en aquellos casos en los que la persona es obligada a teletrabajar sin los medios ni conocimientos necesarios para ello. No obstante, también tiene muchas cosas positivas, especialmente para las personas jóvenes familiarizadas con la tecnología, por lo que hay que aprovechar el cambio de paradigma para extraer lo mejor de cada forma de trabajo.
En los casos en los que estos cambios sean causantes de problemas de Salud Mental, siempre hay que buscar apoyo en el entorno más cercano. En caso de desempleo, hay que comunicar a nuestra red de apoyo social que se está buscando trabajo y no aislarse, ya esto agrava la situación.
Aprender a teletrabajar es aprender a crear nuevas rutinas, respetando la convivencia en el entorno familiar, en el que pueden coincidir tele-estudiantes y tele-trabajadores. Y saber parar, «cerrar la persiana«, metafóricamente hablando, para parcelar correctamente el tiempo dedicado al trabajo y a la familia.