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La importancia de tomar nuestras propias decisiones

La importancia de tomar nuestras propias decisiones

Desde que el ser humano tiene la capacidad de raciocinio, su vida se convierte en una sucesión de experiencias que de algún modo le condiciona a desempeñar una constante toma de decisiones en base a una serie de sucesos inciertos.

La incapacidad para esta tarea puede condicionar de manera importante, tanto su vida social como laboral. Para evitar esto no hay otra fórmula que mostrarse decidido y tratar de analizar cuidadosamente la información que sí se nos presentan a la hora de realizar nuestra elección.

De forma invariable en cada toma de decisiones aparecen dos aspectos que influirán definitivamente en nuestra elección, el razonamiento y nuestro lado emocional.

De algún modo debemos buscar el equilibrio perfecto a la hora de analizar los datos inciertos sin dejarnos arrastrar por un estado de ánimo que nos nuble nuestra decisión.

La toma de una decisión en sí misma casi siempre es un acto contradictorio y complicado por su componente psicológico. De alguna forma pone en entredicho la capacidad del individuo y sus posibilidades para afrontar y superar una situación con diferentes obstáculos internos y externos, por lo que requiere de un intenso trabajo psíquico para afrontarla con ciertas garantías de éxito.

Hoy en día esta cuestión rebasa ya los aspectos psicológicos y en el campo laboral se estudia a través de ciencias económicas y de gerencia. Su correcta aplicación es definitiva para la tarea empresarial organizativa y su productividad, de ahí que se seleccionen y se formen personas de las que dependerá en gran medida el peso de las organizaciones. Sin duda se requiere una capacidad que no todo el mundo posee.

Tamara Rodríguez Cardín
Responsable de Psicología de Clínica Pérez-Espinosa